CANTAR A PARTIR DE QUIÉNES SOMOS EN NUESTRO CUERPO Y EN EL MUNDO (Primera parte)


Me gustaría aprender a cantar, pero es que yo ___________________.  ¿Le suena familiar? En el espacio en blanco, inserte los temores, inseguridades o malas experiencias que hemos tenido en la educación musical formal, con personas específicas.

Jennifer Céspedes Araya, educadora de San Marcos de Tarrazú, en San José, Costa Rica, y participante del Proyecto Musicar, se propuso mediar la experiencia del canto de su compañera de universidad y amiga Yeraldín, más allá de las limitantes que las personas nos imponemos gracias a experiencias previas desfavorables de socialización musical.

Jennifer  no comenzó las experiencias con “Se canta así, con tal técnica”, o explicaciones verbales usando términos abstractos, sin tomar en cuenta quién es y qué siente y hace la otra persona. Tampoco se presentó a sí misma como la portadora del conocimiento. Propuso primeramente una conversación informal, y mediante el diálogo, ella y su amiga fueron identificando los gustos, necesidades y metas de ella con respecto a la música y al canto. Reafirmaron que la música tenía un rol importante en la vida de Yeraldín.  Para profundizar en lo conversado, idearon ir depositando en una cajita papelitos con palabras o frases que representen la música para ella. Poco a poco conversarían acerca de ellas, y ello iría dictando las prioridades o giros de la mediación musical.

Seguidamente, escucharon la grabación de Yeraldín cantando su canción favorita, con el fin de analizar aspectos relacionados con cómo se percibía a sí misma con respecto al canto. No se parte de lo que la otra persona debe saber, sino de lo que sabe sobre sí misma, y de lo que tiene. Todo lo conversado se escribía en papelitos para la cajita. Al ir conversando, Yeraldín prefirió dibujar a escribir, y poco a poco fueron encontrando relaciones más explícitas entre la experiencia del canto y la vida cotidiana. El canto como lo experimenta y siente una musicante, y no como lo dice una institución. Ello redundó en más confianza y seguridad para Yeraldín. Analizar qué hacen y por qué, cantantes o grupos específicos (mediante vídeo), también fue fundamental. Luego, probaron cómo se siente hacer lo que se observa en los vídeos, o cómo se puede mejorar o adaptar lo observado, por ejemplo, para disminuir la tensión.

Un experimento novedoso y divertido para favorecer el enfoque en las posibilidades propias y la relajación, fue acompañar a Yeraldín con la guitarra, mientras ella cantaba, con la luz apagada, disminuyendo así los distractores. Otra manera espontánea como quisieron reafirmar la fluidez, relajación, y confianza al musicar cantando, fue probar otras canciones al aire libre, bajo un árbol, ¡así de sencillo y cotidiano!

El aprendizaje más importante que Jennifer nos comparte de esta mediación es: Lo único que se necesita para musicar  es ser uno mismo y dejar a los otros serlo también.

Yeraldín nos comparte la foto que encabeza esta publicación, que refleja mucho de lo que experimentó en esta mediación.

Espere “Cantar a partir de quiénes somos en nuestro cuerpo y en el mundo (Segunda parte)”, en una próxima publicación en nuestra página.